- Distracciones frecuentes. Dificultades para mantener la atención todo el tiempo que la tarea lo requiere (por ejemplo, leer un texto; seguir una conversación de trabajo o entre amigos; mantenerse atento a la trama de una película, etc.)
- Olvidos frecuentes o confusiones, pierden objetos, olvidan tareas importantes a realizar (trabajos a concluir, recados, olvidan pagar facturas)
- Decisiones impulsivas. Dicen o tienen reacciones de las cuales luego se arrepienten. Carácter irascible.
- Procrastinación, es decir, dejar todo para después. No valoran bien el tiempo que implican las tareas (cuánto tiempo llevan los traslados entre un lugar y otro; cuánto demorarán en realizar una tarea) Infraestiman el tiempo, piensan que el tiempo alcanzará y sobrará (aunque siempre termina faltando…)
- Dificultades en la planificación. No logran completar correctamente sus trabajos. Y, a veces, no son conscientes de que el resultado final es de mala calidad.
- Ante varias tareas a resolver les cuesta establecer un orden de prioridades. Tienden a resolver la primera tarea que se les ocurre.
- La dificultad provocada por la impulsividad y un escaso control de la espera los lleva a una impaciencia severa, a no poder aguardar turnos, a interrumpir conversaciones de los demás.
- Les cuesta volver a una tarea que dejaron por la mitad, cuando tuvieron una interrupción. Les cuesta retomar la charla en el punto que la dejaron.
- Frecuentes cambios de humor. Pasan rápidamente de estar de buen ánimo al enojo. Y les cuesta salir y despegarse de esa situación.
- Tienden a encontrar en el afuera, en los otros, la causa de sus problemas o errores. “Sí, yo lo choqué, pero lo que pasó fue que él frenó de golpe”
Muy importante:
Todas las personas, con o sin TDAH, pueden presentar algunas situaciones como las mencionadas previamente. No es necesariamente TDAH. Lo que se debe destacar es que en el adulto con TDAH estas situaciones suelen ser muy frecuentes y les genera dificultades significativas en sus relaciones familiares y laborales.
