¿Cuánto es el tiempo recomendable de uso de pantallas para un niño? Cuando hablo de pantallas me refiero a cualquier tipo de pantallas: TVs, teléfonos celulares, tablets, PCs, consolas de juegos. La respuesta no es simple ni automática, pues depende de varios factores, siendo uno de ellos la edad.
Niños de hasta 2 años
La Organización Mundial de la Salud, en su último reporte de este año, aconseja que los niños de hasta 2 años de edad no sean expuestos a ningún tipo de pantalla en ningún momento.
La anterior afirmación puede resultar extrema, pero el consejo tiene buenos fundamentos, ya que la Organización hace énfasis en la relación entre uso de pantallas y sedentarismo. Además, otra de las razones es que las pantallas, habitualmente reproducen “realidades” que son difíciles de comprender por parte del niño de esta edad, ya que las acciones allí no transcurren en un tiempo real. En las películas o dibujos animados los tiempos y lugares se suceden con una velocidad que el niño no puede comprender y todo esto se transforma en una experiencia caótica.
Un niño (y su cerebro en desarrollo) es recomendable que reciba certezas y pautas claras, que le permitan comprender el mundo que los rodea.
Experiencias reales es la que el niño necesita para su mejor desarrollo. Estas fomentan el aprendizaje de habilidades lingüísticas y sociales las cuales se desarrollan con interacción social mediante el vínculo humano.
Niños en etapa escolar
Se trata de un niño que ya se ha familiarizado con la tecnología, que se comunica a través de ella, que busca información, que encuentra allí el entretenimiento y desafíos. Tiende a pasar mucho tiempo con las pantallas de PCs y smartphones. Es en este periodo de la vida en la que el niño debe aprender a regularse, sobre todo en lo relativo a los juegos electrónicos.
En este momento en el que pueden suscitarse las dificultades para aceptar los límites que les ponen los adultos a cargo. Estas situaciones requieren de acuerdos, que deberán realizarse en otro momento distinto al de la discusión.
A la hora de lograr acuerdos y poner límites debemos ser autocríticos con nuestros propios “hábitos electrónicos” y predicar con el ejemplo. Debemos recordar que los niños aprenden más por lo que viven que por lo que les decimos. Por ejemplo, eliminemos el uso del celular en las cenas y almuerzos familiares, hagamos un buen uso de los momentos que el día nos regala para interactuar con el niño, en lugar de estar chequeando e-mails o coordinando otras actividades con mensajes privados y aprovechar la oportunidad de disfrutar la interacción juntos.
En próximas notas estaremos ahondando sobre este tema y en edades más avanzadas.